Vísperas del 26 de diciembre: San Esteban


V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno:

Hermanos, Dios ha nacido
sobre un pesebre. Aleluya.
Hermanos, cantad conmigo:
"Gloria a Dios en las alturas"

Desde su cielo ha traído
mi alas hasta su cuna.
Hermanos, cantad conmigo:
"Gloria a Dios en las alturas".

Hoy mueren todos los odios
y renacen las ternuras.
Hermanos, cantad conmigo:
"Gloria a Dios en las alturas".

El corazón más perdido
ya sabe que alguien le busca.
Hermanos, cantad conmigo:
"Gloria a Dios en las alturas".

El cielo ya no está solo
la tierra ya no está a oscuras.
Hermanos, cantad conmigo:
"Gloria a Dios en las alturas". Amén.

Salmodia:

Antífona 1: Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora.

Salmo 109, 1-5. 7. El Mesías, Rey y Sacerdote

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»

Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados:
yo mismo te engendré como rocío
antes de la aurora.»

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora.

Antífona 2: Del Señor viene la misericordia y la redención copiosa.

Salmo 129

Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.

Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Del Señor viene la misericordia y la redención copiosa.

Antífona 3: En el principio, antes de los siglos, la Palabra era Dios, y hoy esta Palabra ha nacido como Salvador del mundo.

Cántico Col 1, 12-20

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
pues por medio de él fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas:
haciendo la paz por la sangre de su cruz
con todos los seres, así del cielo como de la tierra.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: En el principio, antes de los siglos, la Palabra era Dios, y hoy esta Palabra ha nacido como Salvador del mundo.

Lectura breve: 1 Jn 1, 5b. 7

Dios es luz en él no hay tiniebla alguna. Si caminamos en la luz, lo mismo que está él en la luz, entonces vivimos en comunión unos con otros; y la sangre de Jesús, su Hijo, nos purifica de todo pecado.

Responsorio breve:

V. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
V. Y acampó entre nosotros.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.

Cántico Evangélico

Antífona: Cuando un sosegado silencio todo lo envolvía y la noche se encotraba en la mitad de su carrera,
tu Palabra omnipotente, Señor, descendió del cielo, desde el trono real. Aleluya.

Magníficat:

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona: Cuando un sosegado silencio todo lo envolvía y la noche se encotraba en la mitad de su carrera,
tu Palabra omnipotente, Señor, descendió del cielo, desde el trono real. Aleluya.

Preces:

Acudamos a Cristo, Palabra eterna de Dios, que al poner su morada entre nosotros nos ha abierto el camino de la salvación, y digámosle con fe:
Líbranos, Señor, de todo mal.

Por el misterio de tu encarnación, por tu nacimiento y por tu infancia, por toda tu vida consagrada al servicio de tu Padre:
-Líbranos, Señor, de todo mal.

Por tus trabajos, por tu predicación y por tus largas horas de camino, por toda tu vida de entrega a la salvación de los pecadores:
-Líbranos, Señor, de todo mal.

Por tu agonía y tu pasión, por tu cruz y tu desamparo, por tus angustias, por tu muerte y tu sepultura:
-Líbranos, Señor, de todo mal.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Por tu santa resurrección y tu admirable ascensión, por el don del Espíritu Santo, por tu triunfo eterno y tu gloria, libra, Señor, a nuestros hermanos que ya han muerto.
-Líbranos, Señor, de todo mal.

Ya que Cristo con su nacimiento ha hecho de todos nosotros los hijos de Dios, acudamos a nuestro Padre, diciendo:
Padre Nuestro...

Oración:

Concédenos, Dios todopoderoso, que el nacimiento de tu Hijo en nuestra carne mortal nos libre de la antigua servidumbre del pecado que pesa aún sobre nosotros. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

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