Lectura orante del Evangelio del Jueves de la Semana 33 del Tiempo Ordinario: Lucas 19,41-44


Al leer en oración tu Santa Palabra, pedimos, Señor, el auxilio de tu Espíritu Santo para que la enseñanza que nos transmites con el Evangelio de este día, sea comprendida rectamente, y que nuestros corazones se dispongan a recibirla con ánimo de conversión. Amén.

1. Lectura

a) Texto del día

Lucas 19,41-44: En aquel tiempo, Jesús, al acercarse a Jerusalén y ver la ciudad, lloró por ella, diciendo: «¡Si también tú conocieras en este día el mensaje de paz! Pero ahora ha quedado oculto a tus ojos. Porque vendrán días sobre ti, en que tus enemigos te rodearán de empalizadas, te cercarán y te apretarán por todas partes, y te estrellarán contra el suelo a ti y a tus hijos que estén dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has conocido el tiempo de tu visita».

b) Contexto histórico y cultural

Casi al culminar su prolongada caminata al centro religioso y político de la nación judía, con la ciudad de Jerusalén a la vista, Jesús derrama lágrimas de tristeza debido al rechazo que ha recibido hasta ahora y por el sangriento final que le aguarda en ella.

2. Meditación (para leer lenta y pausadamente; deteniéndose a meditar y saborear cada palabra, cada verso y cada estrofa, relacionándolos con el Evangelio del día y con nuestra vida)

Emotivas lágrimas

Muy emotivas lágrimas
cerca del final momento,
porque ya ha pasado el tiempo
y se acerca ya la gracia
que unos ven  como desgracia,
aunque es bien del mundo entero;
perdición de los primeros,
que por actitud sectaria
cometieron una infamia:
al Señor desconocieron
porque actuaron como ciegos,
provocando esas lágrimas.

3. Oración

Cuando no recibimos a Jesús en nuestro interior
nos transformamos en aquella Jerusalén
al producir lágrimas en el Señor;
pero si nos arrepentimos,
aceptando y acogiendo a Jesús,
entonces somos la nueva Jerusalén triunfante
donde no habrá llanto ni luto.
Amén.

4. Contemplación (en un profundo silencio interior nos abandonamos por unos minutos de un modo contemplativo en el amor del Padre y en la gracia del Hijo, permitiendo que el Espíritu Santo nos inunde. En resumen, intentamos prolongar en el tiempo este momento de paz en la presencia de Dios).

5. Acción

A acoger a Jesús
en nuestro interior y en toda nuestra vida,
se nos invita en este día;
esa es mi acción,
desde hoy,
con tu ayuda, Señor.
Amén.