En aquel tiempo, al ver Jesús al gentío subió a la montaña, se sentó y se acercaron sus discípulos, y él se puso a hablar enseñándoles:
Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra.
Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados.
Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos quedarán saciados.
Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán «los Hijos de Dios».
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Dichosos vosotros cuando os insulten, y os persigan, y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.
REFLEXIÓN:
Algunos han expresado que las bienaventuranzas proclamadas por Jesús son la declaración de principios del Reino de Dios que él ha venido a hacer presente en el mundo. Con ellas el Señor expresa la esencia de su mensaje. Se ha dicho que si perdieran las expresiones de Jesús, y solo se conservaran las bienaventuranzas, podría saberse el núcleo de su mensaje.
Ciertamente que contradicen la valoración de algunos aspectos y actitudes de la vida que es otorgada por la generalidad de las personas, de antaño y también de la actualidad.
Antiguamente, la abundancia de bienes era visto como una gracia de Dios; así vemos que Job era considerado dichoso por su prosperidad material. La situación no ha cambiado hoy en día, muchos siguen pensando de igual forma, con el agravante de que la brecha entre pobres y ricos es mayor cada vez.
Jesús propone una valoración diferente a la que es hecha por las personas. Su mensaje no excluye, es para todos; pero tiene favoritos: los pobres, los marginados, los rechazados. De ese modo expresa la transitoriedad de las cosas materiales que hoy se poseen, y que poco representan comparadas con las promesas de Dios para quienes cumplen sus mandatos.
El rico no es malo solo por ser rico, sino por ignorar al pobre y su pobreza. Es que cuando se usan los bienes para hacer sufrir a otros; sea ignorándolos o siendo injustos con ellos, entonces terminamos siendo poseídos por dichos bienes que terminan constituyéndose en el centro de nuestras vidas, en nuestro dios.
Mateo menciona los pobres de espíritu, en tanto que el texto paralelo de Lucas menciona directamente los pobres. Jesús se preocupó por ambos; él nació pobre, vivió como pobre y luchó por los pobres materiales. Los pobres de espíritu son aquellos que, independientemente de lo que posean o carezcan, se declaran necesitados de salvación y actúan como tales; su pobreza espiritual radica en buscar con ansia ser colmados por el Espíritu de Dios; éstos también entran en el plan de redención.
Trabajar por el Reino de Dios conlleva incomprensiones de parte de los que sienten que modificándose el estado actual de cosas son afectados sus intereses; éstas se traducen en persecuciones, insultos, calumnias y múltiples dificultades actuales para quienes trabajan por la causa de Jesús, pero que no dejarán de ser recompensados por el Señor con sus bienaventuranzas.
En resumen, vivir la bienaventuranzas es comenzar a vivir el Reino de Dios en la tierra.
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Ciertamente que contradicen la valoración de algunos aspectos y actitudes de la vida que es otorgada por la generalidad de las personas, de antaño y también de la actualidad.
Antiguamente, la abundancia de bienes era visto como una gracia de Dios; así vemos que Job era considerado dichoso por su prosperidad material. La situación no ha cambiado hoy en día, muchos siguen pensando de igual forma, con el agravante de que la brecha entre pobres y ricos es mayor cada vez.
Jesús propone una valoración diferente a la que es hecha por las personas. Su mensaje no excluye, es para todos; pero tiene favoritos: los pobres, los marginados, los rechazados. De ese modo expresa la transitoriedad de las cosas materiales que hoy se poseen, y que poco representan comparadas con las promesas de Dios para quienes cumplen sus mandatos.
El rico no es malo solo por ser rico, sino por ignorar al pobre y su pobreza. Es que cuando se usan los bienes para hacer sufrir a otros; sea ignorándolos o siendo injustos con ellos, entonces terminamos siendo poseídos por dichos bienes que terminan constituyéndose en el centro de nuestras vidas, en nuestro dios.
Mateo menciona los pobres de espíritu, en tanto que el texto paralelo de Lucas menciona directamente los pobres. Jesús se preocupó por ambos; él nació pobre, vivió como pobre y luchó por los pobres materiales. Los pobres de espíritu son aquellos que, independientemente de lo que posean o carezcan, se declaran necesitados de salvación y actúan como tales; su pobreza espiritual radica en buscar con ansia ser colmados por el Espíritu de Dios; éstos también entran en el plan de redención.
Trabajar por el Reino de Dios conlleva incomprensiones de parte de los que sienten que modificándose el estado actual de cosas son afectados sus intereses; éstas se traducen en persecuciones, insultos, calumnias y múltiples dificultades actuales para quienes trabajan por la causa de Jesús, pero que no dejarán de ser recompensados por el Señor con sus bienaventuranzas.
En resumen, vivir la bienaventuranzas es comenzar a vivir el Reino de Dios en la tierra.
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