(De una homilía de Marcos el Asceta):
El que no quiera conocer la voluntad de Dios,
está mentalmente caminando al borde de un precipicio,
y fácilmente caerá con cualquier viento.
Si es alabado, se torna orgulloso.
Si es reprendido, se torna enojado.
Si come alimentos placenteros,
se inclina por las pasiones corporales.
Cuando sufre, llora y lamenta.
Cuando sabe algo, quiere demostrar que lo sabe.
Cuando no entiende algo, finge comprender.
Cuando es rico, se envanece;
cuando es pobre, es hipócrita.
Cuando está satisfecho, es atrevido;
cuando ayuna, es vanidoso.
Cuando es denunciado, ama argumentar,
mientras considera como tontos a los que lo perdonan.