(Salmo 71,9: No me rechaces en el tiempo de mi vejez, no me abandones, porque se agotan mis fuerzas)
por la frecuencia
de la dolencia,
del cuerpo, herrumbre.
¿Qué me acostumbre?
En gran fluencia
hay decadencia:
¡Cayó la cumbre!
Pero es columbre;
pues tuve ciencia,
mucha experiencia.
¡No haya quejumbre!
Dios nos dé lumbre,
mucha paciencia,
también conciencia.
¡Qué Dios encumbre
a la dulcedumbre
que da asistencia!
Amén.
Amén.