Cadena de sucesos

(Salmo 31,3: inclina tu oído hacia mí y ven pronto a socorrerme. Sé para mí una roca protectora, un baluarte donde me encuentre a salvo)
¡Qué cadena de sucesos
tan continua y sin parar!
¡Si la pudiera pausar!
Parecen hechos aviesos.

Es que el de hoy es un día de esos
en que salen mal las cosas:
las ideas son brumosas
como si faltaran sesos;
los músculos como tiesos,
el coco tendrá dolor;
los nervios, aún peor,
de las manos algo se cae,
incluso el ánimo decae.
¡El día no es el mejor!

Acudo a mi protector
que da, a cada ola, resaca:
¡a este sunami, aplaca;
oh complaciente Señor!

Amén.