Señor, dame Tú la fuerza

(Lucas 21,34-35: Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra)
Señor, dame Tú la fuerza
y conciencia del momento,
cuando el terrible tiempo
que implacablemente llega,
convertido en la gran prueba
estremezca mis cimientos.
Que frente a esos fuertes vientos
tu Palabra sea el alerta
para mantenerme en vela,
la oración el alimento,
y tu Espíritu el aliento,
que me lleven a la meta.

Amén.