¡De su perdón y amor, no quedes fuera!

(Lucas 23,39-40: Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros». Pero el otro lo increpaba, diciéndole: «¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que él?)
Uno actuó diferente a su colega
con el que compartía el suplicio,
por contagio atacaba a Jesucristo
y lo que obtuvo fue peor condena
juzgando al Cristo como a un cualquiera,
y no cambiando su errado camino;
yo, pensaría, ya estoy perdido,
pues continúo siendo igual fiera.

Mientras que el que vio en Jesús la realeza,
implorando al único Rey genuino,
a último instante tuvo un buen tino,
pues consiguió el perdón de sus penas.

Tú y yo, ¿cómo enfrentamos el dilema?
¿ofendiendo al Cristo ya herido,
o lo hacemos Rey y nos convertimos?
¡De su perdón y amor, no quedes fuera!