¡Oh mente!, ¿por qué tan quieta?
¿Ánima por qué has caído?
Parece hasta que se han ido,
quedando sólo la grieta.
Pez, no veo ninguna aleta;
avecilla, ¿y tus alas?,
¿por qué ahora te acorralas?
Señor, la mar sin una ola
es apagada farola;
¡qué pase este día de malas!
Amén.