(Santiago 1,21: Dejen de lado, entonces, toda impureza y todo resto de maldad, y reciban con docilidad la Palabra sembrada en ustedes, que es capaz de salvarlos)
y de mi mente quita el manto
que impide el entendimiento;
pues quiero conocimiento
del mensaje sacrosanto
ya que con él me levanto;
ayúdame a su cumplimiento,
viviéndolo sin fingimiento.
Amén.