(Juan 19,2a: Los soldados tejieron una corona de espinas y se la pusieron sobre la cabeza)
Esa corona de espinas
con esas púas punzantes;
ya hacen tu frente sangrante
y la cara purpurina.
Aún al calvario caminas,
pero tu paso es errante;
inmenso ahora es tu aguante:
¡dolor del cuerpo y del alma!
La tierra al cielo se empalma,
¡el que cae, será el triunfante!