(De la Carta de San Clemente I, papa, a los Corintios)
Por lo demás, que el Dios que todo lo ve, el Señor de los espíritus y Dueño de toda carne, que eligió a nuestro Señor Jesucristo y a nosotros por él, para pueblo peculiar suyo, conceda a toda alma que invocare su glorioso y santo nombre, fe, temor, paz, paciencia, ecuanimidad, castidad y pureza, para que con rectitud pueda agradar a su nombre, por mediación del sumo sacerdote y protector nuestro Jesucristo, por el cual le sea dada a él la gloria y la majestad, el poder y el honor, ahora y por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Remitidnos en breve, con paz y alegría, a nuestros enviados: Claudio Efebo, Valerio Bitón y Fortunato, para que cuanto antes nos traigan la noticia de que la paz y la concordia, tan anhelada y deseada por nosotros, se han finalmente restablecido entre vosotros; de modo que también nosotros podamos alegrarnos lo antes posible del restablecimiento del orden entre vosotros.
Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con vosotros y con todos los que, en cualquier lugar, han sido llamados por Dios a través de Jesucristo, por quien sea dada a Dios la gloria, el honor, el poder, la majestad y el reino eterno, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Remitidnos en breve, con paz y alegría, a nuestros enviados: Claudio Efebo, Valerio Bitón y Fortunato, para que cuanto antes nos traigan la noticia de que la paz y la concordia, tan anhelada y deseada por nosotros, se han finalmente restablecido entre vosotros; de modo que también nosotros podamos alegrarnos lo antes posible del restablecimiento del orden entre vosotros.
Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con vosotros y con todos los que, en cualquier lugar, han sido llamados por Dios a través de Jesucristo, por quien sea dada a Dios la gloria, el honor, el poder, la majestad y el reino eterno, por los siglos de los siglos. ¡Amén!