Dolor

(Salmo 56,2: Ten piedad de mí, Señor, porque me asedian, todo el día me combaten y me oprimen)
Tanto me hiere la lanza
que irritante es el dolor;
en Ti el refugio, Señor,
el consuelo y la esperanza;
ven, ahora, sin tardanza
y haz que cese este suplicio.
Señor, siempre eres propicio
y, a quien llama, atenderás;
ya agradezco qué harás
y en avance lo acaricio.

Amén.