(Mateo 9,9: Jesús vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: «Sígueme». El se levantó y lo siguió)
¿Seguro, a mí?; ¿no será acaso a otro?;
al preguntarte: ¿cuándo?; dices: "¡ya!
¡sígueme ahora; de mi, ven detrás!".
Tengo, Señor, confundido el coco.
No hay frialdad, ni tibieza tampoco,
al preguntarte: ¿cuándo?; dices: "¡ya!
¡sígueme ahora; de mi, ven detrás!".
Tengo, Señor, confundido el coco.
No hay frialdad, ni tibieza tampoco,
tan sólo puede haber felicidad:
de un solo salto llego a donde estás
decidido estoy a dejarlo todo.
decidido estoy a dejarlo todo.
Y aunque algunos me habrán de llamar loco,
que no te siga, nadie logrará;
¿volver a lo que fui antes?; ¡jamás!,
Señor, ¡ante ti, lo demás es poco!