Dichoso es todo el agradecido
que ya agradece desde la promesa;
fruto lejano, pero fe confiesa
en que tendrá lo aún no recibido;
contrasta con aquél que ingrato ha sido
que le ha pedido a Dios en fase adversa
y, no acude a Él, cuando ya ésta es tersa.
A Dios le sea yo siempre agradecido:
por tanto con lo que Él me ha bendecido,
hoy le alaba, en gratitud, mi alma inmersa.
Amén.