venga a mí tu Reino, Señor;
al agradecer la vida,
venga a mí tu Reino, Señor;
en la oración matutina,
venga tu Reino, Señor;
en el transcurso del día,
venga a mí tu Reino, Señor;
en la faena del trabajo,
venga a mí tu Reino, Señor;
en todas las decisiones,
venga a mí tu Reino, Señor;
con el pan de cada día,
venga a mí tu Reino, Señor;
en los triunfos y alegrías,
venga a mí tu Reino, Señor;
en las dificultades y pruebas,
venga a mí tu Reino, Señor;
también en las tentaciones,
venga a mí tu Reino, Señor;
que cuando tenga caídas,
venga a mí tu Reino, Señor;
al terminar cada día,
venga a mí tu Reino, Señor;
y que al final de mi vida
venga a mí tu Reino, Señor.
Amén.