(Mateo 22,21: Jesús les dijo: «Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios»)
Por un tiempo puede un rey gobernar,
incluso hasta actuar como un dictador;
pero, por siempre, hay un sólo Señor
que no oprime, pues nos quiere aliviar.
Mientras al primero hay que tributar,
muy diferente es Dios, que es el dador;
aunque Él se merece todo el honor,
su único impuesto consiste en amar.