(Lucas 19,1-2: Jesús entró en Jericó y atravesaba la cuidad. Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era el jefe de los publicanos)
¡Publicano!, me señalan,
es cierto, soy pecador,
de faltas, el mal olor.
Me intriga Jesús que hoy pasa
y a quien la gente le aclama;
y a quien la gente le aclama;
no es que soy un husmeador,
mas buscaré posición.
¡Oh! por mi nombre me llama!
y me dice ven y baja
¡me selecciona anfitrión!;
¡me selecciona anfitrión!;
¿a mi morada el Señor?
¿por qué hasta mí te rebajas?
¡Tu misericordia, Dios,
no excluye ni al pecador!
¡Tu misericordia, Dios,
no excluye ni al pecador!