(Lucas 14,15b: ¡Feliz el que se siente a la mesa en el Reino de Dios!)
¿Cómo perderme el banquete
de una celestial comida,
en compañía tan divina
con ángeles de sirvientes?
Invitada está la gente,
no hay límite de cabida;
el lugar es una villa
de un anfitrión excelente.
Es mucho lo que se pierde
el que, no asistir, decida,
por preferir otra cita
que lo conduce a la muerte.