(Lucas 14,26: Cualquiera que venga a mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo)
Amarte más que todo,
que nada se anteponga;
que todo se deponga,
pues a tu lado es poco.
Es ese sólo el modo
con el que se prolonga
la gracia que otorgas
de abandonar el lodo.
Amén.
Amén.