todos lo hemos experimentado,
¿cuántas veces hemos llamado y encontrado una puerta cerrada?
Jesús nos insta, en esos momentos, a insistir y no rendirnos.
La oración siempre transforma la realidad, siempre.
Si las cosas no cambian a nuestro alrededor,
al menos nosotros cambiamos, cambiamos nuestro corazón.
Jesús prometió el don del Espíritu Santo a cada hombre y a cada mujer que reza.