(Mateo 23,27: ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que parecen sepulcros blanqueados: hermosos por fuera, pero por dentro llenos de huesos de muertos y de podredumbre!)
Con un interior descompuesto
que ya hasta huele a putrefacto,
tratar de ocultar el estado
no es asunto de traje nuevo.
No sirve ser como un modelo
vestido con traje muy caro,
si a aquel que se se encuentra a mi lado
lo enlodo con mis sentimientos.
Más vale un lavado por dentro
que deje el interior bien claro,
y no ser sepulcro blanqueado
teniendo un espíritu muerto.
Amén.