¡Señor mío y Dios mío!

(Juan 20,29: Jesús le dijo: «Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!»)
A quien sin verle ha creído,
al resucitar glorioso,
el Señor llama dichoso;
es fe, divino sentido
que, en simiente, dado ha sido,
aunque a veces está en estío.

Es a Cristo el señorío,
de tal modo a Él sentirle
que nos lleve a decirle:
¡Señor mío y Dios mío!

Amén.