No tengo ninguna duda

(Mateo 9,2: Entonces le presentaron a un paralítico tendido en una camilla. Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: «Ten confianza, hijo, tus pecados te son perdonados»)
Señor, de tu divinidad
no tengo ninguna duda;
has venido como ayuda
del Padre, trayendo bondad;

por eso te pido limpiar
esta suciedad inmunda
que en el alma me inunda
y, a la vez, mi cuerpo sanar.

Amén.