(Mateo 13,43: Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre. ¡El que tenga oídos, que oiga!)
Ayúdame a ser de tus justos,
para superar estas mañas
que como indeseable cizaña
es el enemigo que puso;
para sorprendernos sin susto,
él, siempre ocultando su saña,
con la mala astucia que engaña
le ha dado el aspecto de gusto.
No importa me llamen vetusto,
yo ya no caeré en esas trampas;
y como tu Reino me llama
desde ahora seré más astuto.
Así evito el final disgusto
de parar quemado en las llamas;
y consigo entrar en tu casa,
pues tengo oídos y hoy te escucho.
Amén.
Amén.