(Mateo 6,20: Acumulen, en cambio, tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que los consuma, ni ladrones que perforen y roben)
La inestimable valía
de ese tesoro del cielo,
que no se pudre ni roba
ni se valora en dinero,
tiene que ser mi objetivo,
Señor, aunque hoy esté lejos;
fue instrucción de catequistas,
consejo de los abuelos,
insistencia de mis padres,
y, de mi interior, anhelo,
guiados por tu Espíritu.
Aún estoy en el suelo,
a veces en vía contraria;
yo solo, hallarlo, no puedo,
pues el oropel me engaña,
pero con tu auxilio llego.
Amén.
que no se pudre ni roba
ni se valora en dinero,
tiene que ser mi objetivo,
Señor, aunque hoy esté lejos;
fue instrucción de catequistas,
consejo de los abuelos,
insistencia de mis padres,
y, de mi interior, anhelo,
guiados por tu Espíritu.
Aún estoy en el suelo,
a veces en vía contraria;
yo solo, hallarlo, no puedo,
pues el oropel me engaña,
pero con tu auxilio llego.
Amén.