Lectura orante del Evangelio del Domingo (Ciclo C) de la Semana 5 de Pascua: Juan 13,31-33a.34-35


Ven, Espíritu, en unción

Ven, Espíritu, en unción,
al escuchar mi clamor;
inúndame con tu amor
inspirando mi oración:
¡que salga del corazón!,
y que para hacerlo se abra
por la acción de la Palabra
de Dios que es penetrante;
ese instrumento cortante
que puede hacerme una labra.

Amén.

1. Lectura

a) Texto del día

Juan 13,31-33a.34-35: Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús: «Ahora es glorificado el Hijo del Hombre y Dios es glorificado en Él. Si Dios es glorificado en Él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará.

Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado. La señal por la que conocerán que sois discípulos míos, será que os amáis unos a otros».

b) Contexto histórico y cultural

En la conversación de despedida del Señor con sus discípulos, no podía faltar el amor como tema básico. Habiendo manifestado amor en todo el tiempo de la formación que ha dado al grupo, ahora lo deja establecido como un mandamiento, no sólo como la regla de convivencia entre ellos, sino para todas las generaciones de todos los tiempos.

2. Meditación (para leer lenta y pausadamente; deteniéndose a meditar y saborear cada palabra, cada verso y cada estrofa, relacionándolos con el Evangelio del día y con nuestra vida)

El Amor pide que amemos

El Amor pide que amemos,
en un mandamiento nuevo;
igual que como Él nos ama,
amarnos también, nos manda.

No nos considera siervos,
sino amigos del Maestro;
es una amistad que hermana
a toda la raza humana.

Amar siempre, todo el tiempo,
aunque haya contratiempo,
de Jesús, es la enseñanza
que, cumpliéndola, nos salva.

Amén.

3. Oración

Hoy, Señor,
me has llamado "hijo mío";
gracias por ese amor;
que ese amor que me das,
yo también a otros lo pueda dar.
Amén.

4. Contemplación (en un profundo silencio interior nos abandonamos por unos minutos de un modo contemplativo en el amor del Padre y en la gracia del Hijo, permitiendo que el Espíritu Santo nos inunde. En resumen, intentamos prolongar en el tiempo este momento de paz en la presencia de Dios).

5. Acción

En este día, a amar, estoy invitado;
amar al hermano:
al cercano y al lejano,
como Tú me has amado;
es mi acción, a realizar con tu ayuda, Señor.
Amén.