(Juan 3,16: Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna)
¡Cuánto nos ama Dios! ¡Darnos su Hijo!
Que no vino a juzgar ni a condenar,
enviado a nosotros para salvar;
con tan alta gracia, Dios nos bendijo.
Ahora me toca a mi, soy yo que elijo:
entre, la mentira o la verdad,
obscuridad o luminosidad;
no es acertijo, yo elijo ese Hijo.
Amén.
Amén.