(Juan 5,5-6: Había allí un hombre que estaba enfermo desde hacía treinta y ocho años. Al verlo tendido, y sabiendo que hacía tanto tiempo que estaba así, Jesús le preguntó: «¿Quieres curarte?»)
Iniciativa que es tuya
para aliviar el suplicio
sin tener que esperar gritos,
Señor, ni retorceduras,
Tú reconoces cuán dura
las penas, cual maleficio
que admiten un sólo oficio:
el sufrir en la amargura.
Pero el bien que Tú procuras
no lo limita el prejuicio
ni el cumplimiento de un rito
para que en auxilio acudas
con la inestimable ayuda.
Misericordia, servicio
que haces a mi beneficio
por el que digo ¡aleluya!
Amén.
para aliviar el suplicio
sin tener que esperar gritos,
Señor, ni retorceduras,
Tú reconoces cuán dura
las penas, cual maleficio
que admiten un sólo oficio:
el sufrir en la amargura.
Pero el bien que Tú procuras
no lo limita el prejuicio
ni el cumplimiento de un rito
para que en auxilio acudas
con la inestimable ayuda.
Misericordia, servicio
que haces a mi beneficio
por el que digo ¡aleluya!
Amén.