(Juan 4,47: Cuando supo que Jesús había llegado de Judea y se encontraba en Galilea, fue a verlo y le suplicó que bajara a curar a su hijo moribundo)
Como suave aroma
casi imperceptible,
anhelo sentirte
cuando tu te asomas.
Aun no seas audible,
ni estés en la loma,
pueda percibirte
cuando tu retornas;
no sólo decirte
que algo se desploma,
más bien: ¡llegó la hora
para, a Ti, seguirte!
Amén.
casi imperceptible,
anhelo sentirte
cuando tu te asomas.
Aun no seas audible,
ni estés en la loma,
pueda percibirte
cuando tu retornas;
no sólo decirte
que algo se desploma,
más bien: ¡llegó la hora
para, a Ti, seguirte!
Amén.