(Mateo 21,34: la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero. Cuando llegó el tiempo de la vendimia, envió a sus servidores para percibir los frutos)
tenemos que darte frutos;
si no tenemos ninguno,
mal usamos la campiña.
La cosecha será rica
si hemos sido bien astutos;
pero si fuimos muy brutos,
nos vas a quitar la finca.
El corazón es la quinta
y seguirte es el producto;
no buscarás substitutos,
cuando cambiemos de vida.
Que a esa muerte sufrida
con que Tú salvaste al mundo,
la conversión sea tributo
que te entreguemos con prisa.
Amén.
Amén.