Tan importante como un niño

(Marcos 9,37: El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe, no es a mí al que recibe, sino a aquel que me ha enviado)
Tan importante como un niño
que poco aspira y no se nota,
que nada tiene y poco importa,
el que por nadie es distinguido,
que no pretende vedetismo
ni ser el centro que alborota;
así es aquel que no acogota,
ni pretende perfecto aliño,
de pecado, es como lampiño,
trata bien a su compatriota,
al extranjero no lo explota
y expresa a todos su cariño.
Ese es un infante para Cristo,
humildad es lo que de él brota;
Dios le librará de la derrota
y al Padre verán sus ojitos.

Amén.