¿No es este aquel muchacho?

(Marcos 6,4: Por eso les dijo: «Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa»)
¿No es este aquel muchacho
a quien siempre yo veía,
y que incluso corregía
junto a todos sus hermanos?

A oírlo me han invitado
pupilos con alegría.
¿Es profeta?; ¿quién creería?;
ni tampoco a los milagros;

¡Carpintero!, ya eso es cuanto.
De un enfermo, en casa mía,
está estropeada la camilla;
se la llevaré al muchacho
pues es hábil con las manos.
Pero en las entrañas mías
una frase me palpita:
"con la mente, has blasfemado".