(Marcos 5,27-28: Como había oído hablar de Jesús, se le acercó por detrás, entre la multitud, y tocó su manto, porque pensaba: «Con sólo tocar su manto quedaré curada»)
La hemorroísa me llaman:
contaminante del pueblo;
vivo en permanente duelo;
por ser impura me tachan.
Pero tú eres mi esperanza;
a sabiendas que no debo,
sigilosa, a ti, me acerco;
tu misericordia llama.
Y queriendo ser sanada,
de tu ropa, toco el ruedo,
de tu amor, llena me quedo,
y la fe en ti me salva.