Señor, cuánto te anonadas

(Mateo 1,1: Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham...)
Sin rehuir, entras en casa,
donde hay tufo nauseabundo,
donde vida es sólo drama
y el adorno lodo sucio;

tu grandeza se derrama
con su buen olor profundo,
porque mi ansiedad te llama:
¡lava mi pecado inmundo!;

y me muestras que me amas,
Tú mismo viniendo al mundo;
¡Señor, cuánto te anonadas
al llegar donde me hundo!