Oh sagrado banquete
en el que se recibe a Cristo:
se recuerda la memoria de su Pasión,
el alma se llena de gracia
y se nos da una prenda de la gloria futura.
¡Oh qué suave es, Señor, tu espíritu!,
que para demostrar tu dulzura a tus hijos,
dando el suavísimo pan del cielo,
a los hambrientos llenas de bienes,
y a los soberbios satisfechos dejas vacíos.