Hoy te traigo, Señor, esta tristeza
de saberme sin gozo y sin herida,
hoy te traigo, Señor, esta dolida
voz de arrepentimiento que te reza.
Te devolví en espinas y aspereza
la miel que derramaste por mi vida.
Sálvame Tú, Señor, esta vencida
primavera de angustia que ahora empieza
Si malgasté un amor, y otro a mi lado
dejé morir sin luz en la cadena
candente de la carne amarga y triste,
hoy te vuelvo lo poco que he salvado,
porque, Señor, la angustia que me llena
mayor pudo haber sido, y no quisiste.