Lectura orante del Evangelio del Domingo (Ciclo B) de la Semana 20 del Tiempo Ordinario: Juan 6,51-58


Tus efluentes

Espíritu Santo, tus efluentes
nos clarifiquen hoy nuestras mentes,
nos ablanden nuestros corazones
y purifiquen las intenciones;
de la Palabra, canal y lentes,
para entender y hacernos agentes
del mensaje que Tú nos expones
invitándonos a las acciones.

Amén.

1. Lectura

a) Texto del día

Juan 6,51-58: En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: «Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo». Discutían entre sí los judíos y decían: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?». Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre».

b) Contexto histórico y cultural

Comienza la parte final del sustancioso discurso del Pan de Vida pronunciado por Jesús en Carnaúm a la muchedumbre que comió en la multiplicación de los panes y los peces, intentando hacerles conscientes de verdadero significado de ese signo. A partir de ahora se endurece progresivamente la postura de los judíos.

2. Meditación (para leer lenta y pausadamente; deteniéndose a meditar y saborear cada palabra, cada verso y cada estrofa, relacionándolos con el Evangelio del día y con nuestra vida)

Tu cuerpo y sangre en divino menú

Tu cuerpo y sangre en divino menú;
en que, del gran sacrificio, el cordero
en ofrenda de amor, te entregas Tú.

Sin perder nunca tu celestial fuero
dejas un signo lleno de virtud
donde eres comida y camarero;

es plato fuerte que me da salud,
con aderezo de amor y piedad,
con el que das vida en infinitud.

Tu cuerpo y sangre, comida en verdad,
Sacramento en que Tú llegas a mí;
probar ahora, ¡qué oportunidad!,
el manjar del cielo, ya desde aquí.

Amén.

3. Oración

Señor, tengo hambre
de tu Cuerpo y de tu Sangre;
dámelos por siempre,
para así librarme de la muerte.
Amén.

4. Contemplación (en un profundo silencio interior nos abandonamos por unos minutos de un modo contemplativo en el amor del Padre y en la gracia del Hijo, permitiendo que el Espíritu Santo nos inunde. En resumen, intentamos prolongar en el tiempo este momento de paz en la presencia de Dios).

5. Acción

Comer y beber
el Cuerpo y la Sangre de Cristo,
es mi acción de hoy;
la asiduidad en esa acción,
es mi compromiso por siempre.
Amén.