(Marcos 14,22: Mientras comían, Jesús tomo el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: «Tomen, esto es mi Cuerpo»)
El Cordero sin tacha
en mesa espiritual,
alimento sin par
para el hambre del alma.
Toda el ansia me calma,
me eleva en espiral;
si es comida habitual,
para siempre me cambia,
y Él, que tanto me ama,
la vida eterna me da.