El hombro empuja, lento, la madera
muerta para la flor y la verdura,
hacia una fina, leve arquitectura
de cielo azul y brisa mensajera.
El hombro de Jesús por la manera
de equilibrar la fuerza y la amargura,
mientras gana su frente la dulzura
de un Belén con pañal y lanzadera.
Y el leño ya cruzado, muerto, oscuro,
imposible de pájaros, clavado
a un destino de cuervos y despojos,
se retoña de Abril, se siente puro
con la sangre que brota del costado,
se vence a la ternura de sus ojos.