Lectura orante del Evangelio del Sábado de la Semana 34 del Tiempo Ordinario: Lucas 21,34-36


Al orar los Santos Libros

Espíritu Divino,
Paráclito Señor,
al orar los Santos Libros
quiero pedirte un don:
tu luz, ahora yo pido,
me ilumine el corazón
para poder ver el camino
que hoy me señala Dios;
disponerme a seguirlo
con confianza y sin temor,
y con tu ánimo vivirlo
para siempre con ardor.

Amén.

1. Lectura

a) Texto del día

Lucas 21,34-36: En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Guardaos de que no se hagan pesados vuestros corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por las preocupaciones de la vida, y venga aquel Día de improviso sobre vosotros, como un lazo; porque vendrá sobre todos los que habitan toda la faz de la tierra. Estad en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengáis fuerza y escapéis a todo lo que está para venir, y podáis estar en pie delante del Hijo del hombre».

b) Contexto histórico y cultural

Jesús concluye las enseñanzas y anuncios proféticos sobre la destrucción del Templo de Jerusalén, fase previa del final de los tiempos, y recomienda estar alertas y en oración para su próxima venida.

2. Meditación (para leer lenta y pausadamente; deteniéndose a meditar y saborear cada palabra, cada verso y cada estrofa, relacionándolos con el Evangelio del día y con nuestra vida)

Despiértame

Despiértame, Señor, si me duermo,
y si acaso la alerta me falla
ven corrígeme con una vara;
pues hay que mantenerse despierto
y para recibirte dispuesto
porque es inminente tu llegada.
Si, por no prever, algo faltara
y en pereza malgastase el tiempo,
después no servirían los lamentos
pues ya no contemplaría tu cara.

3. Oración

Señor, dame Tú la fuerza

Señor, dame Tú la fuerza
y conciencia del momento,
cuando el terrible tiempo
que implacablemente llega,
convertido en la gran prueba
estremezca mis cimientos.
Que frente a esos fuertes vientos
tu Palabra sea el alerta
para mantenerme en vela,
la oración el alimento,
y tu Espíritu el aliento,
que me lleven a la meta.

Amén.

4. Contemplación (en un profundo silencio interior nos abandonamos por unos minutos de un modo contemplativo en el amor del Padre y en la gracia del Hijo, permitiendo que el Espíritu Santo nos inunde. En resumen, intentamos prolongar en el tiempo este momento de paz en la presencia de Dios).

5. Acción

A estar sobrio,
alerta, y en oración,
esperando la llegada del Señor,
se está invitando hoy;
esa es mi acción,
con la ayuda de Dios.
Amén.