Este Niño divino
no tiene casa;
hagámosle entre todos
una bien guapa.
Ladrillos de alfajores.
Pared de almendras.
Ventanas de turrones.
Puertas de yema.
Los muebles, mazapanes.
Sillas de fresas.
Techo de chocolate
Suelo de crema.
La cunita, una rosa,
blanca y fragante,
que envuelva entre sus hojas
tan tierno infante.
Y esta dulce casita
hecha de amor
servirá de refugio
a todo un Dios.