Lectura orante del Evangelio del Viernes de la Semana 30 del Tiempo Ordinario: Lucas 14,1-6


Pedimos, Señor, el auxilio de tu Espíritu Santo en este tiempo en que estaremos leyendo en oración el Evangelio de este día, para que su luz aclare nuestras mentes, y el amor inunde nuestros corazones, de modo que recibamos gozosos cuanto nos has querido comunicar, y lo convirtamos en obra en la vida de cada uno de nosotros. Amén.

1. Lectura

a) Texto del día

Lucas 14,1-6: Un sábado, Jesús fue a casa de uno de los jefes de los fariseos para comer, ellos le estaban observando. Había allí, delante de Él, un hombre hidrópico. Entonces preguntó Jesús a los legistas y a los fariseos: «¿Es lícito curar en sábado, o no?». Pero ellos se callaron. Entonces le tomó, le curó, y le despidió. Y a ellos les dijo: «¿A quién de vosotros se le cae un hijo o un buey a un pozo en día de sábado y no lo saca al momento?». Y no pudieron replicar a esto.

b) Contexto histórico y cultural

Este fariseo, si bien era celoso en extremo con el cumplimiento del sábado y toda la ley, admiraba a Jesús, ya que le invitó a comer, pero una interpretación errada de la ley le impedía a él y a su grupo comprender la misericordia que Jesús estaba practicando con el enfermo.

2. Meditación (para leer lenta y pausadamente; deteniéndose a meditar y saborear cada palabra, cada verso y cada estrofa, relacionándolos con el Evangelio del día y con nuestra vida)

La misericordia no puede parar

No sabría decir qué me duele más,
indiferencia o la enfermedad;
ignorar sufrimiento es crueldad;
por eso, Señor, sé que algo Tú harás.
Me miras, sufres, esto va a acabar;
aunque a otros les falte la bondad.

¡Es sábado! ¿harás la caridad?
¡Misericordia no puede parar!

3. Oración

La misericordia no tiene horario

Misericordia carece de horario;
no hay, para el bien, límite de día;
así era que el Señor nuestro lo hacía
y ahora quiere que también lo hagamos:
compadecer el dolor del hermano
sin que haya indolencia muerta y fría,
y asumir sus dolencias como mías
sin importarme sea un extraño.
Todo dolor ajeno sea mi caso
las veinticuatro horas cada día.

Amén.

4. Contemplación (en un profundo silencio interior nos abandonamos por unos minutos de un modo contemplativo en el amor del Padre y en la gracia del Hijo, permitiendo que el Espíritu Santo nos inunde. En resumen, intentamos prolongar en el tiempo este momento de paz en la presencia de Dios).

5. Acción

A la misericordia se me invita en este día;
a ser misericordioso como el Padre,
y como Jesús, el Señor;
esa es mi acción, con la ayuda de Dios.
Amén.