Lectura orante del Evangelio del Martes de la Semana 31 del Tiempo Ordinario: Lucas 14,15-24


Danos, Señor, la abundancia de tu Espíritu Santo en este lapso de tiempo en que leeremos orando tu Santa Palabra, para que interpretemos adecuadamente el texto del Evangelio de este día, y nuestros corazones reciban su mensaje con un ánimo tal, que nos conduzca a una verdadera conversión. Amén.

1. Lectura

a) Texto del día

Lucas 14,15-24: En aquel tiempo, dijo a Jesús uno de los que comían a la mesa: «¡Dichoso el que pueda comer en el Reino de Dios!». Él le respondió: «Un hombre dio una gran cena y convidó a muchos; a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los invitados: ‘Venid, que ya está todo preparado’. Pero todos a una empezaron a excusarse. El primero le dijo: ‘He comprado un campo y tengo que ir a verlo; te ruego me dispenses’. Y otro dijo: ‘He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas; te ruego me dispenses’. Otro dijo: ‘Me he casado, y por eso no puedo ir’.

Regresó el siervo y se lo contó a su señor. Entonces, airado el dueño de la casa, dijo a su siervo: ‘Sal en seguida a las plazas y calles de la ciudad, y haz entrar aquí a los pobres y lisiados, y ciegos y cojos’. Dijo el siervo: ‘Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía hay sitio’. Dijo el señor al siervo: ‘Sal a los caminos y cercas, y obliga a entrar hasta que se llene mi casa’. Porque os digo que ninguno de aquellos invitados probará mi cena».

b) Contexto histórico y cultural

Siendo uno de los invitados en un banquete ofrecido por un fariseo, donde abundaban otros fariseos, Jesús aprovecha la ocasión para formular enseñanzas relativas al Reino de Dios, utilizando precisamente el tema del banquete, el anfitrión y los invitados.

2. Meditación (para leer lenta y pausadamente; deteniéndose a meditar y saborear cada palabra, cada verso y cada estrofa, relacionándolos con el Evangelio del día y con nuestra vida)

El banquete

¿Cómo perderme el banquete
de una celestial comida,
en compañía tan divina
con ángeles de sirvientes?

Invitada está la gente,
no hay límite de cabida;
el lugar es una villa
de un anfitrión excelente.

Es mucho lo que se pierde
el que, no asistir, decida,
por preferir otra cita
que lo conduce a la muerte.

3. Oración

Invitación

Señor, a ese convite que me has hecho,
que ahora mismo yo decida asistir;
no sólo porque seré satisfecho
sino por lo que allí vas a servir:
la salvación, que es de eterno provecho.

Amén.

4. Contemplación (en un profundo silencio interior nos abandonamos por unos minutos de un modo contemplativo en el amor del Padre y en la gracia del Hijo, permitiendo que el Espíritu Santo nos inunde. En resumen, intentamos prolongar en el tiempo este momento de paz en la presencia de Dios).

5. Acción

A decirte "sí",
me invitas hoy;
sí, iré, con tu ayuda, Señor.
Amén.