Lectura orante del Evangelio del Sábado de la Semana 28 del Tiempo Ordinario: Lucas 12,8-12


Tu necesario Santo Espíritu pedimos en este momento, Señor, en que nos disponemos a orar con tu Palabra; que seamos por él iluminados con la luz que nos puede llevar a un entendimiento pleno del mensaje que nos envías hoy, y que nos anime a convertir en obra lo que leamos y oremos. Amén.

1. Lectura

a) Texto del día

Lucas 12,8-12: En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Yo os digo: Por todo el que se declare por mí ante los hombres, también el Hijo del hombre se declarará por él ante los ángeles de Dios. Pero el que me niegue delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios. A todo el que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará.

»Cuando os lleven a las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de cómo o con qué os defenderéis, o qué diréis, porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel mismo momento lo que conviene decir».

b) Contexto histórico y cultural

El Espíritu Santo es un tema central de los escritos de Lucas, tanto en el Evangelio como en el Libro de los Hechos de los Apóstoles; blasfemar contra Jesús, ofende al Espíritu Santo actuante en Él.

2. Meditación (para leer lenta y pausadamente; deteniéndose a meditar y saborear cada palabra, cada verso y cada estrofa, relacionándolos con el Evangelio del día y con nuestra vida)

Tu Santo Espíritu, dame

En mentes siempre hay revuelo,
fe y duda están en combate;
tuyo sea mi pensamiento:
tu Santo Espíritu, dame.

Fluidez al hablar no tengo
puedo errar al expresarme
Señor, orienta mi verbo:
tu Santo Espíritu, dame.

Con tu Espíritu por dentro,
buen guía tiene mi carne;
es por eso que te ruego:
tu Santo Espíritu, dame.

Amén.

3. Oración

Que el Espíritu Santo
recibido en nuestro bautizo,
potenciado en la confirmación,
y recibido diariamente por el amor
que nuestro Padre Dios y Jesucristo, el Señor, nos manifiestan,
sea la fuente e impulso de nuestra vida de fe cada día.
Amén.

4. Contemplación (en un profundo silencio interior nos abandonamos por unos minutos de un modo contemplativo en el amor del Padre y en la gracia del Hijo, permitiendo que el Espíritu Santo nos inunde. En resumen, intentamos prolongar en el tiempo este momento de paz en la presencia de Dios).

5. Acción

Reconocerme como templo del Espíritu Santo,
don de Dios, prometido por Jesús,
es mi objetivo en este día;
entender que mis hermanos también lo son,
y compartir esa alegría, será mi meta.
Amén.