Lectura orante del Evangelio del Sábado de la Semana 27 del Tiempo Ordinario: Lucas 11,27-28


Ven a mí, Espíritu de Dios

Ven a mí, Espíritu de Dios,
necesitamos de tu luz
para orar a Jesús
con la Palabra de amor
que Él mismo dejó;
danos el ánimo que sólo das Tú,
para vivir su Evangelio como virtud.

Amén.

1. Lectura

a) Texto del día

Lucas 11,27-28: En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, sucedió que una mujer de entre la gente alzó la voz, y dijo: «¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!». Pero Él dijo: «Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan».

b) Contexto histórico y cultural

Una mujer de la muchedumbre pronuncia una bienaventuranza para la madre del Hijo de Dios que éste justifica: es dichosa por haber escuchado la Palabra de Dios y por haberla cumplido.

2. Meditación (para leer lenta y pausadamente; deteniéndose a meditar y saborear cada palabra, cada verso y cada estrofa, relacionándolos con el Evangelio del día y con nuestra vida)

Señor, admiro a tu madre

Señor, admiro a tu madre
porque, con corazón sano,
tu crianza tuvo a su cargo
como lo quiso Dios Padre;

¡obediente formidable!,
no importa el riesgo del paso,
pues, acatar el encargo
de Dios, es más importante.

¡Cuánto esmero al cuidarte
María tuvo en sus manos,
contigo al hacerte humano,
cuando de su vientre naces!

Por sus dotes ejemplares
es que Mamá yo le llamo;
porque quiero ser tu hermano
para que Tú así me llames.

Amén.

3. Oración

Un Ave María

Un Ave María del corazón
ahora quiero dedicarte, María:
al recordar el saludo del ángel
puedo imaginar, en ti, la alegría;
alégrate, dijo, llena de gracia;
alégrame, te digo, Virgen mía;
Dios está contigo, te ha bendecido
de entre las mujeres a ti escogía
para encanarse el Verbo: Jesús,
que tu virginal vientre fue la vía;
por eso te llamo: Madre de Dios,
que al saludarte lo dijo tu tía:
"la madre de mi Señor me visita".
Ruega ahora con tu plegaria pía
por mí, que sigo siendo un pecador,
de la santidad, aún en lejanía;
ruega que cuando me llegue la muerte,
ya arrepentido de mi villanía,
pueda llamar a Dios como mi Padre,
hermano a Jesús, y a ti Madre mía.

Amén.

4. Contemplación (en un profundo silencio interior nos abandonamos por unos minutos de un modo contemplativo en el amor del Padre y en la gracia del Hijo, permitiendo que el Espíritu Santo nos inunde. En resumen, intentamos prolongar en el tiempo este momento de paz en la presencia de Dios).

5. Acción

Ser tu hermano

Ser tu hermano, Cristo,
María mi modelo,
más que un anhelo
ahora, es mi objetivo;
para conseguirlo
requiero de esfuerzo,
yo solo no puedo,
Señor, dame auxilio.

Amén.