Lectura orante del Evangelio del Viernes de la Semana 25 del Tiempo Ordinario: Lucas 9,18-22


El Espíritu de Dios pedimos en este momento de oración con la Santa Palabra, para que nos asista y anime para entender el mensaje que nos trae, y para aplicarlo en nuestro diario vivir. Amén.

1. Lectura

a) Texto del día

Lucas 9,18-22: Sucedió que mientras Jesús estaba orando a solas, se hallaban con Él los discípulos y les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?». Ellos respondieron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que un profeta de los antiguos había resucitado». Les dijo: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Pedro le contestó: «El Cristo de Dios». Pero les mandó enérgicamente que no dijeran esto a nadie. Dijo: «El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día».

b) Contexto histórico y cultural

De camino en uno de sus viajes, después de cierto tiempo de convivencia con sus discípulos, en el que han compartido otros numerosos viajes, predicaciones y sanaciones, Jesús conversa con ellos sobre las impresiones y expectativas existentes respecto a su persona; pero la finalidad es comenzar a instruirles sobre las insólitas características de su mesianismo, relativas a la cruz.

2. Meditación (para leer lenta y pausadamente; deteniéndose a meditar y saborear cada palabra, cada verso y cada estrofa, relacionándolos con el Evangelio del día y con nuestra vida)

Interrogantes

Hay interrogantes del cristianismo
para hacernos a nosotros mismos:
¿Quién es Jesús, a la gente decimos?
¿Él es el Mesías, o es sólo un mito?
¿De su señorío, qué es lo que digo?
¿Jesús es Señor, o eso es sólo un dicho?
¿Y sobre la cruz y su sacrificio?
¿Vano dolor, o fue mi beneficio?
¿Mi relación con Dios, cómo la vivo?
¿Gracias a Jesús, ya me siento hijo?
¿A quién anuncio cuando yo predico?
¿Jesús es la luz, o soy yo quien brillo?
Cuestiones que definen el camino
de cada uno hacía Jesús, el Cristo;
si con ellas corrijo mis desvíos,
que sean de Dios los pensamientos míos.

3. Oración

Gracias, Señor,
por esa muerte en la cruz,
con la que me salvaste;
eres mi Señor, Salvador y Mesías.
Amén.

4. Contemplación (en un profundo silencio interior nos abandonamos por unos minutos de un modo contemplativo en el amor del Padre y en la gracia del Hijo, permitiendo que el Espíritu Santo nos inunde. En resumen, intentamos prolongar en el tiempo este momento de paz en la presencia de Dios).

5. Acción

A reconocerte como Señor,
y a anunciarte como tal,
estoy invitado en el día de hoy;
eso haré siempre;
con tu ayuda Señor.
Amén.