Lectura orante del Evangelio del Jueves de la Semana 25 del Tiempo Ordinario: Lucas 9,7-9


Tu Espíritu Santo invocamos, Señor, al orar leyendo tu Palabra de hoy, para que aclare nuestra mente y pensamientos de modo que captemos correctamente lo que nos comunicas con el Evangelio de este día, y para que nuestro interior lo reciba dispuesto a convertirlo en acción en nuestro diario vivir. Amén.

1. Lectura

a) Texto del día

Lucas 9,7-9: En aquel tiempo, se enteró el tetrarca Herodes de todo lo que pasaba, y estaba perplejo; porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos; otros, que Elías se había aparecido; y otros, que uno de los antiguos profetas había resucitado. Herodes dijo: «A Juan, le decapité yo. ¿Quién es, pues, éste de quien oigo tales cosas?». Y buscaba verle.

b) Contexto histórico y cultural

Este Herodes era conocido como Herodes Antipas, que fue Tetrarca de Perea y Galilea en la época de Jesús; fue el culpable del asesinato de Juan el Bautista; era hijo de Herodes el grande, aquel que ordenó la matanza de los niños inocentes cuando perseguía al recién nacido Jesús.

2. Meditación (para leer lenta y pausadamente; deteniéndose a meditar y saborear cada palabra, cada verso y cada estrofa, relacionándolos con el Evangelio del día y con nuestra vida)

Herodes está intranquilo

Herodes está intranquilo,
tan inquieto que se nota;
pues a todos interroga
lo que de Jesús han dicho:

¿Quién es este campesino
de quien oigo tantas cosas,
que a todos alborota
y que habla de un camino?
¿Será Elías aparecido
o Juan fuera de la fosa?
¿Cómo es que un extraño osa
no decirme a lo que vino?
Para verlo me desvivo,
¿busca fama? ¿cuánto cobra?
Todas las preguntas sobran
si realmente él es divino;
¡mejor veré si me avivo;
no me gusta esta zozobra!

Herodes buscaba un mago

Herodes buscaba un mago
o a un prestidigitador;
al no buscar al Señor
no pudo ver los milagros;

Jesús viene si llamamos,
pero no es bufón de un show,
sólo concede el favor
si es con fe que le clamamos.

Amén.

3. Oración

Fortalece mi fe, Señor;
que la convicción de tu amor por mi,
supla el ansia de verte y de estar contigo,
que me habrás de conceder cuando contigo me encuentre
para que me lleves a la presencia de tu Padre.
Amén.

4. Contemplación (en un profundo silencio interior nos abandonamos por unos minutos de un modo contemplativo en el amor del Padre y en la gracia del Hijo, permitiendo que el Espíritu Santo nos inunde. En resumen, intentamos prolongar en el tiempo este momento de paz en la presencia de Dios).

5. Acción

A reconocerme dichoso de conocer a Jesús
y procurar que muchos otros lo conozcan verdaderamente,
es mi acción y compromiso, con la ayuda de Dios.
Amén.