Lectura orante del Evangelio del Viernes de la Semana 24 del Tiempo Ordinario: Lucas 8,1-3


Danos, Señor, la abundancia de tu Espíritu Santo en este tiempo que dedicaremos a la lectura en oración de tu Santa Palabra con el Evangelio de este día, para que interpretemos rectamente cuanto has decidido comunicarnos hoy, y que lo acojamos en nuestro interior con ánimo de convertirlo en obra en la vida de cada uno de nosotros. Amén.

1. Lectura

a) Texto del día

Lucas 8,1-3: En aquel tiempo, Jesús iba por ciudades y pueblos, proclamando y anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios; le acompañaban los Doce, y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios, Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes, Susana y otras muchas que les servían con sus bienes.

b) Contexto histórico y cultural

Jesús ha seleccionado a doce de sus discípulos para darle una instrucción más intensa, de modo que se conviertan luego en agentes multiplicadores de su doctrina y enseñanzas: se vislumbra la Iglesia. La novedad, respecto a otros maestros de la región y la época, es la inclusión de mujeres en el grupo que le acompañaba; en la cultura judía y oriental en general, la mujer era por lo general subestimada y carecía de principalía; el pasaje de hoy demuestra que este no era el caso de Jesús.

2. Meditación (para leer lenta y pausadamente; deteniéndose a meditar y saborear cada palabra, cada verso y cada estrofa, relacionándolos con el Evangelio del día y con nuestra vida)

Con Cristo, por el camino

Con Cristo, por el camino,
por pueblos y cada aldea
la Buena Nueva se arrea
con un mensaje divino:
el Reino de Dios ya vino
y el mal ya se tambalea.

Jesús la Iglesia la crea
con doce de sus amigos
y unas mujeres testigos
que comparten su tarea.

Tomemos tú y yo la tea
sin ser, del tiempo, mezquinos;
con Cristo, por los caminos,
¡hagamos que el mundo crea!

Amén.

3. Oración

Contigo por esta tierra

Contigo por esta tierra
hacia arriba y hacia abajo,
cada camino y atajo
con la amenaza que encierra;
tuya, Señor, es la guerra
y no nos cansa el trabajo.

Amén.

4. Contemplación (en un profundo silencio interior nos abandonamos por unos minutos de un modo contemplativo en el amor del Padre y en la gracia del Hijo, permitiendo que el Espíritu Santo nos inunde. En resumen, intentamos prolongar en el tiempo este momento de paz en la presencia de Dios).

5. Acción

A imitar el ejemplo evangelizador de Jesús
se me invita en este día;
es mi acción, con la ayuda de Dios.
Amén.