Lectura orante del Evangelio del Sábado de la Semana 22 del Tiempo Ordinario: Lucas 6,1-5


Tu Santo Espíritu pedimos en este momento en que nos disponemos a orar con tu Palabra, Señor, para que nos dé el entendimiento, el ánimo y la disposición, para comprender tu mensaje y aplicarlo en nuestra vida diaria. Amén.

1. Lectura

a) Texto del día

Lucas 6,1-5: Sucedió que Jesús cruzaba en sábado por unos sembrados; sus discípulos arrancaban y comían espigas desgranándolas con las manos. Algunos de los fariseos dijeron: «¿Por qué hacéis lo que no es lícito en sábado?». Y Jesús les respondió: «¿Ni siquiera habéis leído lo que hizo David, cuando sintió hambre él y los que le acompañaban, cómo entró en la Casa de Dios, y tomando los panes de la presencia, que no es lícito comer sino sólo a los sacerdotes, comió él y dio a los que le acompañaban?». Y les dijo: «El Hijo del hombre es señor del sábado».

b) Contexto histórico y cultural

Los fariseos, que ya estaban con preocupación "observando" a Jesús y su naciente movimiento, se habían convertido en celosos guardianes del cumplimiento de la ley mosaica por los judíos. Es por eso que se asombran al ver a los discípulos de Jesús cortar las espigas en ese día; acto que consideran como una violación al mandato, que consideran fundamental, de guardar el descanso del sábado.

2. Meditación (para leer lenta y pausadamente; deteniéndose a meditar y saborear cada palabra, cada verso y cada estrofa, relacionándolos con el Evangelio del día y con nuestra vida)

La espiga

Tu presencia, Señor, es descanso;
es el alivio de mis fatigas.
Refugio eres, también remanso;
con tu defensa, Señor, me mimas
ante aquel cuya porfía no alcanzo
y que mis faltas siempre vigila
procurando mi mortal ocaso.
Pero tú con tu pan de la vida
a todos quieres rebosar el plato;
que tu Cuerpo sea ahora esa espiga,
alimento santo y nunca escaso,
y que, al comerle, tú me bendigas.

Amén.

3. Oración

Quiero, Señor, descansar en ti,
tener ansias de ti,
tener hambre de ti,
buscarte a ti.
Sólo tú puedes llenar mi vacío.
Que este deseo de tu presencia me lleve a buscarte,
y que al buscarte pueda hallarte y reconocerte
en las tantas formas en que a mi llegas cada día.
Amén.

4. Contemplación (en un profundo silencio interior nos abandonamos por unos minutos de un modo contemplativo en el amor del Padre y en la gracia del Hijo, permitiendo que el Espíritu Santo nos inunde. En resumen, intentamos prolongar en el tiempo este momento de paz en la presencia de Dios).

5. Acción

Reconocerme firmemente
defendido por Jesús
ante mis adversarios,
es mi alegría en este día.
Hacer que otros
también así lo sientan,
será un propósito de mi vida.
Amén.